lunes, 31 de diciembre de 2012

Do you hear the people sing?

Después de dirigir unas cuantas tv movies (para HBO, por cierto) y la modesta The Damned United, de repente Tom Hooper dio el salto a primera división en Hollywood. La Academia decidió que El Discurso del Rey era la mejor película del 2010 y que él merecía el Oscar a mejor director por su trabajo en ella. Acto seguido, Hooper se puso al frente de un proyecto ambicioso donde los haya: la adaptación cinematográfica de uno de los musicales más vistos de la historia del género, Les Misérables, que se nos ha vendido como poco menos que la segunda venida de Jesucristo. Y, por todo esto, me da bastante pena Tom Hooper, un director que en mi opinión es más que competente y que tiene que luchar en todos sus trabajos contra unas exigencias desproporcionadas que pueden acabar minando su futuro como cineasta.


Les Misérables me ha encantado, a pesar de que no es perfecta. Hugh Jackman está bastante mediocre –diría que casi roza el ridículo– como centro absoluto de la película (y por lo que leo por ahí soy prácticamente el único al que le ha dejado frío), los papeles de Sacha Baron Cohen y Helena Bonham Carter no empastan muy bien con el resto (aunque a mí me han hecho bastante gracia), la relación entre Marius y Cosette está construida sobre la nada (gajes del género, supongo), algunos números musicales no tienen la fuerza que deberían (el “Look down” con el que arranca es el mejor ejemplo de ello) y la recta final se hace quizá un poco larga. Lo comento en primer lugar para dejar claro que no estoy ciego, aunque sí es cierto que tiendo siempre a pasar por alto los aspectos negativos de las cintas que me gustan.

Y Hooper, al que se ha criticado duramente por su trabajo en Les Misérables, es en primer lugar un gran director de actores, como ya demostró en El Discurso del Rey. Anne Hathaway y su primer plano interpretando “I dreamed a dream” son probablemente el punto álgido de la película. Había mucho revuelo en torno a su interpretación, que ya se antojaba alucinante desde el primer tráiler, pero faltaba ver si superaba las expectativas generadas, y verdaderamente lo hace. Cada minuto que Hathaway sale en pantalla (que son pocos, la verdad) lo aprovecha para mostrar un abanico interminable de registros que dan matices de sobra a la desesperación de Fantine. Sin embargo, no es la única que brilla. Samantha Barks, con un papel aún más secundario si cabe, se convierte en toda una robaescenas, logrando que su personaje nos importe bastante más que Cosette (Amanda Seyfried está simplemente correcta). La actriz lo da todo en “On my own” y vocalmente pasa muy por encima de Seyfried y Redmayne (otro que está más que bien) en “A heart full of love”. Pero la verdadera sorpresa es Russell Crowe. El neozelandés no solo da la talla a nivel vocal (no hay más que verlo en “Stars”), sino que impone con su presencia y deja en ridículo a Jackman interpretando con soltura a Javert y dándole aún más capas de las que el personaje realmente tiene.


La decisión de rodar en una constante sucesión de primeros planos tiene mucho sentido si tenemos en cuenta que la fuerza de Les Misérables radica en las voces en directo. Rodar un musical de esta manera requiere muchísimo esfuerzo, y este trabajo precisamente se ve recompensado con la autenticidad de las interpretaciones, algo demasiado jugoso (y más cuando tienes a tanto actor eficiente) como para no aprovecharlo al máximo. Se nos cuenta la historia de un grupo de personas que lidian con una trágica existencia, por lo que me parece el modo más apropiado de llevarlo a cabo (y, por cierto, a nivel de encuadre estos planos cortos no son nada convencionales). Puede que no se aprovechen tanto los escenarios como podría haberse hecho, pero también es justo por eso por lo que el gran plano general de “Do you hear the people sing?” causa tanta impresión. En contraste con el resto de la película, el estallido de la rebelión deja respirar al espectador y transmite la épica propia del momento, sirviendo de broche final (e impulso a mitad de camino) y clavando Les Misérables en la memoria de todo aquel que se ponga a verla.

La película no es perfecta (había demasiado hype como para que no decepcionara en ciertos aspectos) y Tom Hooper no es el mejor director de su tiempo, pero en mi opinión supera el reto con éxito. Como dato, es la primera vez que veo a la gente aplaudir en una sala de cine.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Las 20 películas del año (Parte II)

Y aquí llega la segunda mitad de mi Top20 cinéfilo del año, que por cierto está hecho habiendo visto sólo lo que las distribuidoras españolas y YIFY-Torrents me han dejado. Probablemente cuando vea Zero Dark ThirtyLos Miserables¡Rompe Ralph!Django DesencadenadoSilver Lingings Playbook piense que se merecían un hueco en este ránking. 



Al principio me pareció una sucesión de WTFs muy divertida; cuando vi por dónde iba creí que iba a ser una gafapastada pretenciosa; y, tras darle vueltas a lo que es (básicamente una oda a la interpretación y al trabajo de ese actor que se dedica al cine por el placer que supone sumergirse en la vida de un personaje), empecé a apreciarla. A ratos es fascinante y a ratos desagradable de ver, y no todos entrarán en su premisa, pero desde luego merece mucho la pena echarle un vistazo. Denis Lavant hace una de las interpretaciones del año.



¿Toros? ¿Peinetas? Sí, el trailer de esta revisión muda y en blanco y negro del cuento de los hermanos Grimm ambientada en la España de los años 20 no auguraba nada bueno. Y lo mas sorprendente de todo es que es buenísima. Emotiva, a ratos cruel (el cuento, bien mirado, también lo era) y muy divertida gracias a los enanitos toreros y a una madrastra interpretada por una Maribel Verdú que se luce en cada escena. Si The Artist era un gran homenaje al cine clásico, ésta además tiene un argumento muy consistente.



Este thriller noruego puede que no invente la pólvora, pero si ha tenido tanto éxito a nivel internacional es porque está muy bien hecho. Headhunters es una eterna huida hacia adelante que consigue contagiar la desesperación y el agobio de su protagonista al espectador, permitiéndose meter un par de giros en la trama que al menos yo no vi venir. Lo más curioso, además, es que lo hace todo sin tomarse nada en serio a sí misma (las técnicas de camuflaje del protagonista son de risa). Una combinación casi redonda de acción, tensión y humor.



Una de las películas independientes más llamativas del año. Como Extraterrestre, la premisa de ciencia ficción con la que arranca es solo una excusa, aunque en este caso, en lugar de para hacer comedia (que también la hay), para tratar temas muy humanos como la necesidad de compañía y comprensión, la búsqueda de nuestro lugar en el mundo y la conexión entre dos personas. Steve Carell y Keira Knightley tienen una química extraña pero creíble. Ya hemos visto mil películas en las que la humanidad sobrevive al apocalipsis, pero ninguna en la que todo el mundo asuma a la vez la muerte.

6. Amor


La vejez, la enfermedad y la perspectiva de la muerte se han tratado cientos de veces, pero nunca de forma tan cruda, tierna y efectiva como lo hace Haneke en esta película. Amor hace más honor a su nombre que la mayoría de los billones de obras artísticas que emplean esta palabra en su título. Porque además de miedo y frustración, la cinta es puro amor. De ese que no muere y persiste cuando la adversidad da la espalda. Todos los premios que le entreguen a Emmanuelle Riva este año serán pocos. #TeamHaneke.



Ang Lee hace un trabajo titánico en la dirección de esta adaptación de la novela de Yann Matel. La vida de Pi es un cuento mágico que te absorbe por completo, que habla de la fe sin imponerla y juega con la dualidad entre realidad y ficción (un tema recurrente en este 2012) para contarnos que a veces poco importa cuál sea la verdad. Un entretenimiento de primer nivel -que no renuncia a la profundidad- y toda una experiencia para los sentidos que no es fácil de olvidar. Ese viaje hacia las profundidades marinas a través de los ojos de Richard Parker es sin duda una de las escenas más majestuosas del año.



Y hablando de trabajos titánicos, aquí tenemos el de J.A. Bayona tratando de recrear el tsunami que azotó el Índico en 2004. Algunas voces acusan a la película de manipuladora, aunque personalmente creo que no había otra forma de contar la historia de esta familia; también se ha dicho que es una vergüenza su “visión supremacista”, pero es obvio que el objetivo no era reflejar la tragedia en su totalidad –y las escenas finales, cargadas de una triste ironía, desmontan estos argumentos–. Lo Imposible es terrorífica, desgarradora y muy potente a nivel emocional. No hay elogios suficientes para el trabajo de Naomi Watts y Tom Holland (toda una revelación), y seguramente encabezaría esta lista si no fuera porque la mitad protagonizada por Ewan McGregor es bastante más forzada.




Esta película fue rodada en apenas 14 días. Normal, por otro lado, cuando lo único que hacía falta era una cabaña y tres actores. ¡Y qué actores! Emily Blunt, Rosemarie DeWitt y el camaleónico Mark Duplass (vi casi seguidas esta película y Safety not guaranteed sin darme cuenta de que las protagonizaba el mismo actor) hacen un trabajo impresionante recreando personas de carne y hueso con las que personalmente logré una conexión descomunal. Es una historia de amor muy pequeña, pero con conflictos de gran repercusión y bastante dolorosa. Verosímil, sincera y muy interesante.




Frankenweenie de Tim Burton jugaba con el terror y planteaba una historia simpática, pero ParaNorman (me niego a llamarla por el inexplicable título español), que a priori tiene un tono parecido, va mucho más allá. Sin dejar de ser una película dirigida a niños, se dedica a reírse de los tópicos del cine de terror y (también y más importante) de muchos comportamientos absurdos de la sociedad desde la óptica de un niño. El protagonista tiene además una personalidad trabajada (no es el típico niño friki sin amigos) y los secundarios tienen un carisma innegable. El humor de la película no es simplemente de sonrisas, sino de carcajada limpia (el personaje de la hermana es desternillante), y me parece muy interesante que tenga tan pocos tabúes. La película de animación del año y también la comedia del año.



Hay muchos motivos por los que En la casa me parece la mejor película del 2012. Tuve la suerte de poder disfrutar de la obra de teatro antes de verla, y me parece que la película, a pesar de ser más explicativa que el material original, le añade ciertos matices a la historia consiguiendo que sea mucho más oscura y perturbadora, lo que hace que su grandeza no sea sólo mérito de una obra previa. Como Holy Motors y La vida de Pi, esta película juega con la realidad y la ficción tejiendo una telaraña en la que es imposible determinar en qué punto acaba una y empieza otra. Cada uno de los secundarios tiene una personalidad que permite tocar muchísimos temas, todos mirados desde el prisma de un protagonista que no tiene importancia en sí mismo sino en la medida que su presencia afecta a los que le rodean. La relación que entabla con su profesor, que sabe que el juego en el que está participando no puede derivar en nada bueno pero sigue adelante, es bajo mi punto de vista lo más estimulante que ha dado el cine este año. En la casa me agobió, me provocó risas nerviosas, me implicó, me dejó sin aliento y me dio ganas de aplaudir. Todo junto.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Las 20 películas del año (Parte I)

Este 2012 ha sido, a grandes rasgos, un muy buen año de cine. Tanto es así que he tenido que ampliar la lista que pretendía hacer de mis películas favoritas del año de diez a veinte, y aun así me tengo que dejar unas cuantas que me han gustado mucho en el tintero. No creo que haga falta ni aclarar que es una lista completamente personal, así que sin más dilación ahí va la primera mitad:



La nueva película de Vigalondo utiliza la premisa de ciencia ficción como motor de la historia y poco más, pero poco importa cuando se trata de una comedia muy divertida que además consigue hacerte partícipe de la paranoia de los personajes. La cara de Carlos Areces es en todo momento un poema que provoca carcajadas, y mención especial merece el papel de Miguel Noguera, que suma menos de diez minutos en pantalla y roba la película.



A algunos les resultará ofensivo ver esta comedia musical universitaria entre las mejores películas del año, pero –al contrario que Glee, su referente más directo– la película protagonizada por la carismática Anna Kendrick no tiene nada de mamarracha. Muy entretenida y ácida. Las versiones a cappella de algunos de los temas que más se han escuchado estos últimos años acaban transmitiendo muy buen rollo (ahí radica su mérito).



Peter Jackson volvía a la Tierra Media con una película de tres horazas de duración que adaptaba un tercio de un libro de por sí bastante corto. Polémicas aparte, lo larga que es El hobbit no la convierte en pesada. Al contrario, pura emoción con altas dosis de humor son los ingredientes que la hacen una cinta muy efectiva. Y la escena de los acertijos en la oscuridad con Gollum eleva el resultado final. Que no sea El Señor de los Anillos no significa que sea mala.

17. Looper


Para disfrutar de Looper al máximo hay que obviar dos cosas: el maquillaje chanante de Joseph Gordon-Levitt y los agujeros de guión, que los tiene. Por lo demás, se trata de una película de ciencia ficción muy interesante, con varias escenas potentes, que emociona, demuestra que Emily Blunt vale para algo más que para protagonizar comedias románticas y tiene a Bruce Willis dando todo lo que se espera de él. Ah, y un final muy épico.



Se trata de una modernez pura y dura, con estética colorida, gafas de pasta, personajes deprimidos y para colmo un tocadiscos, que siempre da un toque muy vintage. Sin embargo, no se puede negar que Moonrise Kingdom es muy entrañable y simpática, con un universo muy original que te atrapa desde el primer momento y que hace que te enamores de los personajes. Nadie ha tenido un primer amor así, pero a todos nos gusta creer que sí.

15. Argo


Ben Affleck ya había demostrado en Adiós, pequeña, adiós y en The Town que su cine puede ser convencional, pero él es un director muy solvente. Argo está muy bien dirigida, y consigue lo que se propone: mantenernos en tensión desde el primer minuto hasta el último, con una recta final de infarto. Esto, aderezado con el dúo cómico que forman Alan Arkin y John Goodman y sus puyas a Hollywood, le ha hecho ganarse un hueco en mi lista.



Quvenzhané Wallis es una niña prodigio en esto de la interpretación. Ella sola se encarga de sostener el debut cinematográfico de Benh Zeitlin, y lo hace sin problemas. Una historia de superación personal intimista con altas dosis de crítica social, un relato sobre la fugaz pérdida de la inocencia, el orgullo, el valor y la importancia de que una familia se mantenga unida a la hora de luchar contra la adversidad. Es lenta y cuesta entrar en ella, pero hace falta estar muerto por dentro para que la recta final te deje indiferente.



El hype que se había generado en torno a esta película era inmenso, y estoy convencido de que el nombre de Joss Whedon en el guión tuvo parte la culpa. Aun así, no decepciona en absoluto. The Cabin in the Woods no solo se ríe de los tópicos del género hasta niveles de grandeza que solo había alcanzado la saga Scream, sino que es puro exceso y molonidad en una trama que se hace cada vez más grande hasta estallar al final.



Estamos hablando de una película que busca gustar a todo el mundo (y lo logra). Partiendo de ahí, se agradece que tenga pocos pelos en la lengua al tratar el sexo. Helen Hunt está genial, e intuyo que John Hawkes también (aunque no puedo decirlo con seguridad porque el doblaje criminal que le han puesto en España destroza su interpretación). Una historia esperanzadora y luminosa, de las que se agradece saber que están basadas en hechos reales.

11. Brave


No comparto las críticas a la última película de Píxar, que si en algo flojea con respecto al resto de las de la compañía es en que su premisa no es tan original. Brave es desternillante, con un humor físico que funciona a la perfección, una protagonista que derrocha carisma, una animación tan bien hecha que apabulla, algunas escenas muy inteligentes y un retrato de las relaciones familiares que dista mucho de ser infantil.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Votando en los People's Choice Awards

Los críticos son unos pedantes, los académicos unos viejos... La solución, si queremos que nuestras películas y actores favoritos sean reconocidos, está delante de nuestras narices: ¡los People Choice Awards! Los premios a través de los cuáles los espectadores, que somos quienes verdaderamente importamos, podemos expresar nuestras opiniones. Así que me dispongo a votar:


¡Luego dirán que la ciencia ficción es un género minoritario! Hay nominadas para todos los gustos: si somos romanticones (Spiderman), si nos va más un crudo dramón (Los juegos del hambre), si preferimos épica medieval (Blancanieves y la leyenda del cazador)... Tanta calidad junta hace que tarde un rato en decidirme, pero al final me decido por Blancanieves, que sufrí mucho con Kristen Stewart.


¡Por fin una vía de escape a la tiranía de Daniel Day-Lewis! El maquillaje de Johnny Depp en Sombras Tenebrosas en un combate a muerte contra la caracterización de Joseph Gordon-Levitt en Looper. ¡Esto sí es una categoría interesante! Aunque me decanto por Channing Tatum, que el drama humano que vive en Magic Mike lo merece.


Las interpretaciones más sufridas del año. ¡Ríete tú de Emmanuelle Riva! Voto por Mila Kunis porque es una auténtica robaescenas en Ted.


¡AAAAAH, VIEJAS! ¡Qué susto! Voto por Maggie Smith que todavía tiene ese punto de madurita interesante.


Un momento... ¡si son las mismas nominadas que en mejor película! ¡Y me han quitado a Blancanieves! ¿Ahora qué hago?


Joder, me partí de risa con Qué esperar cuando estás esperando, pero teniendo en cuenta que Sombras tenebrosas es la mejor película de la filmografía de Tim Burton no puedo votar por otra.


Channing Tatum es un gran actor, está claro, pero se le da mucho mejor el drama. Además, estando nominado Adam Sandler los demás no tienen opciones.


Iba a votar otra vez por Mila Kunis, pero han elegido la mejor foto que tenían de Jennifer Aniston y está irresistible.


¡Qué gran año de cine! Me sobra un poco Argo, pero por lo demás un nivelazo. Paso de categoría sin votar porque soy incapaz de decidirme entre Cuando te encuentre y Todos los días de mi vida. ¡Cómo lloré!


Vale que en Cuando te encuentre Zack Efron no está al nivel de su intepretación en High School Musical 2, pero de lo que no cabe duda es de que es un actorazo. Para él va mi voto.


Otra vez las mismas nominadas que en mejor película y otra vez falta Blancanieves. ¡Si seguro que hacen segunda parte! ¿Por qué no la han metido? En fin, hay que reconocer que Madagascar sigue en plena forma, así que para ella va mi voto.


El triángulo amoroso de Los Juegos del Hambre es uno de los más tensos que se han visto en el cine últimamente. Saltaban chispas.


Ay, qué penica los fans de Harry Potter que ya se les ha acabado la saga y no han dicho nada de remakes, ni precuelas, ni nada. Me solidarizo y les voto (aunque todos sabemos que Crepúsculo es mejor).


Uf, ¡menos mal que aquí se han acordado de Glee! Me cabreé mucho cuando el año pasado no la nominaron a los Emmy y sí a la chorrada esa de Girls.


Voto por Gossip Girl, obviamente. ¡Ay, no estoy preparado para que se acabe!


A Melissa & Joey solo le falta Salem para ser perfecta.


No entiendo qué hace aquí nominada The Walking Dead, la verdad. Voto por Pretty Little Liars, que cada año está mejor escrita. (Y menos mal que no han nominado a Mad Men, ¡qué pesadez!)


En esta categoría no voto, que todas las series son muy malas.


La adrenalina que descargo viendo Navy: Investigación Criminal no se paga con dinero.


Ay, y lo que me río yo con Chris Colfer en Glee no es ni medio normal. No como con el soso de Ty Burrell.

En serio, no sé qué hace la gente prestando atención a los Oscar todos los años, que siempre premian películas que no ve nadie. ¡El año pasado le dieron el premio a una película muda en blanco y negro, en pleno siglo XXI! De vergüenza, en serio. Aunque bueno, los People's Choice tampoco son perfectos: este año se han olvidado de Dos hombres y medio y Project X.

Las frustraciones de Pete Campbell

Esta entrada es bastante anacrónica porque hace meses que acabó la quinta temporada de Mad Men y faltan otros tantos para que arranque la sexta, pero yo estoy poniéndome ahora al día con los publicistas de Sterling Cooper Draper Pryce, y por si acaso alguien no la lleva al día aviso de que hay spoilers hasta el episodio 5x05.

Pete Campbell era hasta ahora mi personaje favorito de Mad Men. Puede que en la primera temporada ya nos mostraran que estaba dispuesto a todo con tal de ascender en la empresa y a los pocos episodios le estuviera siendo infiel a su prometida (que, recordemos, es Alison Brie), pero las dos cosas se podían justificar en cierto modo. Pete siempre ha sido un personaje lleno de frustraciones al que las cosas no le han salido demasiado bien, así que su actitud de odio hacia el mundo era comprensible si no había hecho otra mas que llevarse palos. Porque ser ambicioso no tiene por qué ser algo malo, ni mucho menos condenable en un contexto en el que todos son peores que él.

A lo largo de las temporadas, además, hemos visto cómo Pete se rompía los cuernos para conseguir clientes para Sterling Cooper sin que nadie le agradeciese nunca nada. Siempre ha tenido que compartir el mérito con alguien o sus logros han sido pasados completamente por alto. De hecho, al formarse la nueva empresa ni siquiera hubo un hueco para su apellido en el nombre. Pese a ser socio, tuvo que conformarse con un despacho enano en el que no entraba la luz del sol. Y, por si fuera poco, su vida personal no compensaba en absoluto: sus suegros le odiaban y él no era capaz de darle un hijo a su mujer, lo que suponía un duro golpe para su hombría en plenos años sesenta. Mientras, Roger Sterling se sentaba de brazos cruzados en un despacho enorme y vivía de las rentas.

Pero a lo largo de la cuarta temporada y tras el arranque de la quinta parecía que las cosas podían mejorar para Campbell. Su mujer se había quedado embarazada, su matrimonio atravesaba un buen momento, su trabajo en la empresa estaba empezando a ser reconocido... Pero nada de eso parece ser suficiente para Pete, que no ha tenido problemas en ponerle los cuernos a Trudy a la primera de cambio. No es tan importante la infidelidad en sí (ya lo ha hecho antes, pero siempre con mujeres que han significado algo para él), sino que haya sido con la primera prostituta con la que ha tenido ocasión. Como espectador no puedo justificar algo así si no me muestran una frustración matrimonial que hasta ahora no he visto (al menos no demasiado marcada). Trudy tiene sus cosas, pero Pete siempre ha parecido quererla.

Por si fuera poco, y aunque ya ha conseguido un despacho mejor, varias cuentas nuevas y el reconocimiento de la mayoría de sus compañeros, no ha tenido problema en robarle un cliente a Lane Pryce, probablemente el ser más bondadoso que hay en Mad Men, y burlarse de él de la forma más cruel posible. Al final los guionistas han conseguido que el puñetazo que recibe sepa a gloria.

Y aún así, Pete no es el ser humano más horrible que se pasea por la agencia. Don Draper debe ser el personaje más hipócrita y arrogante que ha dado la televisión, y Roger Sterling también es bastante despreciable, aunque es consciente de ello y no finge lo contrario (y además es difícil odiarlo porque sus frases lapidarias están al nivel de las de Maggie Smith en Downton Abbey). Al menos Pete consigue hacernos creer de vez en cuando que es un desgraciado.

P.D.: La quinta temporada de Mad Men me está pareciendo, si no la mejor (es pronto para juzgar), la más divertida de toda la serie.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Los últimos pasos de Dexter Morgan

Spoilers hasta el 7x10 de Dexter.

A los guionistas de Dexter ya los tenemos calados, por desgracia. Después de siete temporadas sigueindo un patrón casi idéntico, podemos anticipar ciertos giros de la trama, y por supuesto sabemos al arrancar cada una de las temporadas que los inútiles que trabajan en el departamento de policía de Miami no sólo no van a atrapar a Dexter (compañero de trabajo, hermano y amigo), sino que tampoco al asesino en serie de turno, porque si no está ya descuartizado en una bolsa de basura en el fondo del mar, lo estará en breve. Dexter Morgan no perdona, y si al principio se justificaba asegurando que sólo mataba a aquellos que conseguían sortear un sistema judicial lleno de vacíos legales, ahora no tiene problemas en ocultar pruebas e investigar por su cuenta para satisfacer su sed de sangre.

Si la sexta temporada de Dexter fue tan mala no fue solo porque era aburridísima y el asesino del Fin del Mundo carecía de carisma (que también), ni por los repentinos sentimientos de Debra (que como espectador incluso me ofendieron). Fue vergonzosa porque se olvidaron de seguir adelante con la evolución del protagonista, que si al principio se creía un psicópata y justificaba las muertes con su Oscuro Pasajero, poco a poco ha ido dándose cuenta de que es un ser humano con emociones y sentimientos. En la sexta temporada pasaron de todo esto (tal vez porque en la quinta habían humanizado tanto al personaje que tenían miedo de seguir adelante) y se adentraron en reflexiones religiosas que no acabaron de llegar a ninguna parte.

Y ahora, en su penúltimo año, parece que la serie ha resurgido de sus cenizas, porque gracias a la entrada en escena de Hannah McKay y al enfrentamiento de Dexter con su hermana, él ha seguido evolucionando en la dirección correcta. Yvonne Strahovski intepreta un personaje sorprendentemente bien escrito (también era buena Lumen, demostrándonos que no es que los guionistas no tengan talento para dibujar secundarios, sino que los compañeros de trabajo de Dexter no tienen arreglo), y consigue con su interpretación transmitir sensualidad, peligro y fragilidad. Gracias a Hannah, Dexter acepta sus sentimientos abiertamente, sin dudas y sin voces en off que le den mil vueltas a lo mismo (con Rita, Lumen y Debra nunca fue tan claro), y no hay síntoma más evidente de que nos acercamos al final.

Bueno, sí, que los guionistas por fin abandonaron la cobardía e hicieron que Debra se enterara de la naturaleza de su hermano. La relación entre ellos dos ha atravesado esta temporada diversas fases muy rápido y sin perder la verosimilitud (desprecio, respeto, aceptación y de nuevo desprecio), y la teniente Morgan se está perfilando como la auténtica némesis emocional del protagonista. La presión a la que la han sometido los guionistas últimamente es probablemente lo más interesante de la serie llegados a este punto (Jennifer Carpenter explota su talento como nunca y se pone a la altura de Michael C. Hall). Dexter finalmente ha salido airoso de la situación y su hermana se ha convertido en cómplice, pero ella es la viva imagen de la frustración entre celos, luchas internas y LaGuerta acechando.

Que esa es otra: LaGuerta, que siempre ha estado ahí para que la podamos odiar a gusto, este año está a punto de descubir el pastel, y eso sólo puede significar dos cosas: que al final de la temporada estará dando de comer a los peces o que los guionistas van a decidir ir a por todas y la última temporada va a ser completamente diferente a lo que nos tienen acostumbrados. Yo, después de aquel patético final de la quinta temporada ya me espero cualquier cosa, y por eso prefiero escribir sobre Dexter ahora que me está pareciendo lo mejor del otoño que no dentro de dos semanas, cuando puede que me decepcionen. Sea como sea, tienen las herramientas para despedirse por todo lo alto.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Las risas de la CBS


Que una serie tenga risas enlatadas no la convierte automáticamente en Dos hombres y medio. La CBS, cadena viejuna por excelencia, es experta en este tipo de sitcoms multicámara clásicas que se ruedan en un plató de cartón con público en directo, y lo cierto es que en su programación aún hay cosas salvables:

Cómo conocí a vuestra madre, la madurita interesante

Cómo conocí a vuestra madre lleva tanto tiempo siendo la apestada de la parrilla de muchos seriéfilos que ya cuesta recordar los tiempos en los que se la consideraba la mejor comedia en emisión. Llegaron Parks & Recreation, Modern Family y Community, y poco a poco le fueron quitando el puesto. Pero los juegos temporales de la historia de Ted Mosby, que en su momento habían fascinado a la audiencia, ahora parecen ser el exponente del tedio. Y la verdad es que me sorprende, porque para llevar ocho años en antena, creo que la serie se mantiene bastante fresca.

Obviamente, Barney Stinson está muy quemado, y no es para menos, pero el resto de personajes aún están en forma. No me importa quién es la madre, es decir, me da igual quién será la actriz que la interprete. Lo único que sé es que Cobie Smulders está más inspirada que nunca y los guionistas le dan últimamente más cancha, lo que es motivo de celebración; Marshall y Lily me siguen pareciendo entrañables y me divierte su vida de padres primerizos; y, por supuesto, me gusta cómo juegan con el tiempo (ya sea viajando al pasado, al futuro, o intercambiándolos) en cualquier episodio para contarnos algo, me hace gracia la censura que Ted hace en su narración y, en general, me entretiene. Es, de hecho, uno de los mejores ejemplos actuales de que unas risas enlatadas no determinan la calidad de una serie.

The Big Bang Theory, la cansada evolución de los frikis

Su compañera de cadena y de desventuras es The Big Bang Theory. La de Sheldon Cooper es ahora mismo la serie más vista de la parrilla america. No quiero seguir haciendo de abogado del diablo, pues a esta se le nota más el desgaste, pero si la sigo viendo no es por inercia, sino porque el duo cómico que forman Sheldon y Penny sigue dando grandes momentos en la mayoría de episodios y las referencias frikis/científicas aún le dan un toque distintivo. El problema es que todo lo demás suele fallar. A Amy, el personaje de Mayim Bialik, por fin lo han perfilado bien, pero Bernadette no solo no funciona en absoluto, sino que lastra a Howard por completo. Además, últimamente parece que los episodios carecen de motor y son simplemente una sucesión de escenas. Las tramas que hacen de hilo conductor son demasiado pobres o tontas.

2 Broke Girls, lo que la CBS se olvidó de censurar

Y, por último, toca hablar de la más joven de las tres. 2 Broke Girls afrontaba su segundo año en CBS con el riesgo de cansar al espectador una vez pasado el factor novedad. La química de Kat Dennings y Beth Behrs ya sabemos que funciona, pero los guiones podían empezar a repetirse. ¿La solución? Convertirse en algo aún más bestia. Si en la primera temporada hablaban abiertamente de corridas y vaginas, ahora ni siquiera el sexo anal es un tabú a la hora de abordarlo explícitamente. De hecho, el episodio de los amish tiene escenas que bien podrían ser el arranque de una película porno.

Lo gracioso es que todo este humor escatológico y sexual basado en vómitos y masturbaciones, por básico que sea, está tan bien traído que uno no puede hacer otra cosa que partirse de risa. Y, además, hay un punto entrañable entre la relación de las dos protagonistas, cada vez más cerca de conseguir su sueño de abrir una tienda de cupcakes, que hace que esta sitcom, más simple que el mecanismo de un botijo, sea muy satisfactoria.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Toca sufrir en Lockhart/Gardner

La nueva temporada de The Good Wife está recibiendo muchas más críticas de lo normal por parte de los espectadores. Después de tres años siendo casi intocable, parece que les ha llegado el turno a los abogados de nuestro bufete favorito de encontrarse en el punto de mira. Yo probablemente no sea objetivo, que por algo es mi serie predilecta, pero lo cierto es que no tengo demasiadas quejas en lo que a esta temporada respecta. Los episodios me siguen resultando tan amenos como siempre, el protagonismo entre los diferentes personajes está más equilibrado que nunca y la campaña política de Peter Florrick me interesa (ninguna serie actual refleja la política norteamericana tan bien como ésta).

El tema más polémico parece ser la trama que protagoniza Kalinda (Archie Panjabi, antes de nada, me parece que está haciendo un gran trabajo este año). Con la llegada de Nick, el personaje se ha adentrado en una trama quizá demasiado turbia y que a mucha gente parece no encajarle con el tono de la serie. No estoy nada de acuerdo, en primer lugar porque echaba en falta algo más de protagonismo para Kalinda la temporada pasada, y me parece interesante que un personaje que nos importa tanto como ella esté inmerso en un conflicto de tales dimensiones. Que el tono no sea el habitual de los pasillos de Lockhart/Gardner no me molesta, pues también chocó en su momento el famoso “momento bate” o las escenas de sexo implícito que había protagonizado. De hecho, no me parece que el tono diste mucho del de aquella lucha de titanes contra Blake Calamar, solo que ahora estamos viendo una faceta mucho más vulnerable del personaje (y eso para mí es un plus, dicho sea de paso).

Creo que hemos abusado al utilizar la palabra “elegante” a la hora de describir la serie del matrimonio King. Lo es, en efecto, pero eso no debería impedirle tocar ciertos temas si lo hace bien, y creo que de momento no se ha pillado los dedos. De lo que sí deberíamos mentalizarnos es de que este año nos va a tocar sufrir con la serie. Y con sufrir no hablo de una tensión sexual que no se resuelve como nos gustaría o una derrota en los tribunales, sino a sufrir de verdad, como hasta ahora no habíamos hecho con la serie. Llegados a este punto, los personajes no son intocables y se nota.

A una Kalinda contra las cuerdas se le une Cary, el principal afectado por los daños colaterales de su trama y al que ya estaban tardando en dar un poco de protagonismo. Alicia, por su lado, prefiere no pararse de momento a pensar en el caos que es su vida, pero lo cierto es que su trabajo pende de un hilo, se ve diariamente acosada por la prensa, sus hijos se van alejando cada vez más de ella y, por sorprendente que resulte tres años después, su relación con Peter es ahora mismo lo más positivo que la rodea. La crisis económica del bufete nunca había sido tan extrema (obligándoles a tomar medidas desesperadas que a veces rozan lo despreciable), y Will, además, es la comidilla del mundo legal tras su suspensión.

¿Muchos frentes abiertos? Tal vez, pero creo que de momento están sabiendo jugar con todos ellos de manera equilibrada. Lo que tengo claro es que me parecería mucho peor que en la serie no se notase la inestabilidad que predomina ahora mismo y la cosa estuviera más calmada. Una serie puede ser “elegante” y no por ello menos dura o vacía de contenido. Por el camino, The Good Wife sigue enseñándonos que la ley es la ley y adentrándose en cada recoveco del sistema judicial, una constante desde su brillante piloto. Además, este año, por primera vez desde la primera temporada, Alicia, Cary y Kalinda están trabajando codo con codo sin rencillas de fondo, algo que personalmente agradezco mucho y me encanta ver en pantalla. Y como siempre, estamos gozando de la presencia de mil estrellas invitadas. El personaje de Amanda Peet me está gustando, el de Maura Tierney aún puede dar mucho juego y las apariciones de Christina Ricci y Denis O'Hare (ya un habitual) han sido divertidísimas. A ver si nos reencontramos pronto con Michael J. Fox también.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Distopía de bolsillo

No exagero al decir que Fringe es una de las series que más me ha marcado, y hasta su tercera temporada no pude ver en ella más que virtudes. Todo en ella me encantaba: los casos, los personajes, la estética y esa trama serializada tan bien desarrollada. Por eso, a pesar de que el año pasado empecé a mosquearme con la serie porque ya no tenía esa sensación de que todo estaba bien atado y los guionistas dejaban de lado la coherencia para desarrollar ciertas tramas, se lo perdoné sin pensarlo. Hay que tener en cuenta que Fringe es una serie de network y que si su trama se ha desarrollado últimamente a trompicones y en arcos muy diferenciados es porque la amenaza de la cancelación planeaba sobre ella continuamente (a partir de aquí habrá spoilers hasta el 5x07).

El problema es que 'Letters of transit' y todo lo que vino después del comentado episodio (es decir, la quinta temporada), se siente como una decisión argumental forzada por las circunstancias, sobre todo porque se cargaron la esencia de los observadores como personajes para crear esta nueva distopía. Y aunque la última temporada me está gustando echo de menos la serie que ha sido hasta ahora, porque con el cambio de escenario también ha perdido parte de su esencia: los personajes y sus conflictos emocionales, que siempre han sido el centro absoluto, siguen ahí, pero los casos ya no, y aunque muchos no estén de acuerdo eran parte fundamental de la serie.

Normalmente, los personajes episódicos que aparecían en Fringe tenían alma y protagonizaban una historia que llegaba a afectarnos e interesarnos (eran casi como pequeñas películas de ciencia ficción). Ahora, la búsqueda de las cintas, que es una chorrada bastante mal planteada, ha dado lugar a nuevos casos en los que no nos importa nada. De hecho, de momento los protagonistas simplemente están recogiendo cosas que no sabemos para qué son.

Lo bueno es que parece que poco a poco están enderezando las cosas. Que Peter se haya convertido en un observador es el primer conflicto personal interesante de la temporada (lo malo es que Joshua Jackson es demasiado limitado como actor para exteriorizar el conflicto interno), y Olivia ya está empezando a sufrirlo. Además, se agradece que no dejen de hacer referencias al pasado (a su primer caso, a los objetos que encontraban en la primera temporada y demás). Personalmente, me ha hecho gracia que las puertas del “universo de bolsillo” del sexto episodio estuvieran señaladas con los glyphs de la serie, aunque reconozco que lo que realmente me ilusionó de ese capítulo fue la perspectiva de volver al universo alternativo.

Además, si algo bueno ha tenido el salto es que han podido centrarse y dejar de lado la patillera mezcla de personalidades que Walter y Olivia tenían en la cuarta temporada y que no quedó bien resuelta (Walter no llegó a reconocer nunca a Peter como su hijo). Pero lo mejor es que todavía hay que ver cómo reacciona Walter ante la noticia de que Peter se ha implantado el chip de los observadores, ya que su hijo es ahora mismo de lo poco que lo mantiene cuerdo. Promete ser uno de los puntos álgidos de esta recta final, y puede que estos dos últimos años la serie no haya sido a mis ojos tan perfecta como lo era al principio, pero desde luego que me va a resultar muy duro decirles adiós a los Bishop, Olivia, e incluso a Nina, Broyles y Astrid, que con el tiempo a ellos también se les coge cariño. Solo quedan seis episodios.

lunes, 12 de noviembre de 2012

La baza del Gobernador

Nota: Spoilers de The Walking Dead hasta el episodio 3x05.

The Walking Dead está haciendo con su tercera temporada lo mismo que ha hecho Downton Abbey con la suya. Ambas series han sabido escuchar las críticas que recibieron el año pasado y, en base a ellas, rectificar. A la serie de los zombis se le reprochaba, sobre todo, que tuviera demasiados episodios soporíferos y que hubiera muchas semanas en las que los caminantes apenas aparecían. Los guionistas han decidido atender a las exigencias de los fans (si es que se puede llamar fans a unos espectadores que se quejan constantemente de la serie) y aprovechar la nueva situación para que los zombis se cuenten por decenas. De paso, han añadido unos cuantos giros de trama en cada episodio que hacen que ver la serie sea mucho más entretenido (la muerte de Lori no se la esperaban ni quienes habían leído los comics).

Eso no significa que la serie no sea criticable, porque sigue estando plagada de actores bastante limitados y sin ningún tipo de carisma: Danai Gurira se pasa todos los episodios con la misma cara de odio al mundo porque el mundo me odia a mí y a Andrew Lincoln parece que le dieron un poco de coca en el rodaje del último capítulo para que fuera tirando y ya está. Lo que sí es cierto es que los espectadores ya estamos acostumbrados a que los personajes se dividan en los que nos caen mal y los que nos producen absoluta indiferencia (porque no tienen suficientes capas como para importarnos), y queda claro que es un campo en el que no se le puede exigir mucho más a la serie.

Bueno, y que hayan aumentado la dosis de zombis por episodio al mismo tiempo que los protagonistas se los quitan de en medio como si fueran moscas ha hecho que éstos ya no se sientan como una amenaza (el barrio residencial que se han montado esta temporada ya es el colmo, aunque he de admitir que aporta algo de frescura a la serie). Es cierto que The Walking Dead siempre ha pretendido contar que los seres humanos pueden llegar a ser peores que un no vivo –el eslogan promocional de esta temporada no entiende de sutilezas–, pero últimamente hay ciertas escenas que fallan a la hora de ser inquietantes.

Lo bueno es que esta temporada tienen al Goberandor. No he leído el cómic, pero entiendo por qué los fans estaban deseando que lo incluyeran en la trama. La imagen que cerraba el tercer episodio, con su colección de cabezas flotantes, ya era bastante perturbadora, y la pelea de gladiadores al estilo zombi del quinto es directamente nauseabunda (a pesar de que los habitantes de su oasis disfruten como espectadores del Coliseo Romano). Pero además, la escena en la que peina al zombi de su hija y lo calma es probablemente lo mejor que hemos visto en la serie, porque no solo dota al personaje de una humanidad que ya quisieran para sí los protagonistas, sino que además resulta creíble porque David Morrissey sí es buen actor.

Por cierto, a esta temporada hay que reconocerle también el mérito de haberse quitado de en medio a Lori, por el riesgo y por la forma en que lo han hecho. Han logrado que un trío de personajes que no pueden ser más odiosos consigan ponernos los pelos de punta por lo cruel de su situación. Y eso, la verdad, es bastante complicado.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Un otoño entrañable

Si desde hace algunos años los estrenos que mejor funcionaban a nivel de audiencia en la televisión norteamericana eran comedias (el año pasado destacaron New Girl, 2 Broke Girls y Suburgatory), lo cierto es que este otoño ni siquiera las sitcoms les están funcionando demasiado bien a las networks estadounidenses. Y resulta triste, sobre todo porque los martes, con Go On en la NBC -la única que hace buenos números gracias a The Voice- y el bloque de comedias de Fox, formado por las veteranas Raising Hope y New Girl acompañadas de las novatas Ben and Kate y The Mindy Project, se han convertido en un pequeño paraíso cómico que he echado bastante de menos esta semana por culpa de las elecciones presidenciales. Y es que si tuviera que decir cuáles me parecen los mejores estrenos de esta temporada, los dos serían comedias.


Vale, sí, lo reconozco: Go On es un vehículo de lucimiento de Matthew Perry y el enésimo intento de relanzar su carrera tras Friends. Ya lo comenté aquí tras ver sus primeros episodios. Pero también dije que la serie tenía potencial para crecer y convertirse en algo interesante, y la verdad es que lo está haciendo muy bien. En los últimos episodios hemos empezado a ver escenas en las que Ryan King, el personaje que interpreta Perry, no aparece, y los secundarios, que algunos tienen muchísimo potencial, están empezando a brillar. Hablo, sobre todo, de Anne (Julie White), que se ha convertido en tan solo ocho episodios en una auténtica roba-escenas. 

La dinámica del grupo cada vez es más auténtica y los momentos emotivos funcionan bien, algo que buscan casi más que la carcajada. Puede que el humor negro del primer episodio -donde competían para ver quién era más desgraciado- no se haya explotado demasiado, pero los comentarios ácidos que se sueltan de vez en cuando entre ellos dejan claro que no se ha abandonado del todo. Y, bueno, a mí Matthew Perry me carga a ratos, pero normalmente me parece soportable, algo que creo que es clave para disfrutar de la serie. Si sigue progresando de manera tan constante, puede convertirse en una gran comedia en muy poco tiempo.


La que no necesita evolucionar demasiado es Ben and Kate. La comedia más ignorada del bloque de los martes de Fox presentó a sus personajes en cinco minutos y antes de que acabara el primer episodio ya habíamos pillado la dinámica y el juego que desempeñaba cada uno de ellos. Busca ser muy entrañable y es bastante blanca, pero sobre todo resulta divertida de ver. Es cierto que no inventa nada nuevo, y que a veces puede parecer empalagosa, pero es increíble lo rápido que se llega a conectar con los personajes. 

La clave está sobre todo en que ninguno es demasiado tonto, soberbio o repelente. Aunque todos tienen sus pequeñas excentricidades (sobre todo BJ, el personaje revelación de la temporada), no dejan de ser seres humanos normales y creíbles. Y en las comedias, donde la tendencia es siempre crear personalidades exageradas (no hay más que ver a la protagonista de The Mindy Project), resulta sorprendente. La hija de Kate es probablemente la única niña de la televisión que actúa de manera acorde con su edad. Ha renovado por solo seis episodios más, y no parece que vaya a pasar de la primera temporada, pero estos 19 capítulos pueden ser muy disfrutables.

Por otro lado, New Girl ha vuelto como se fue, con unos personajes ya consolidados y destacando sobre todo por su humor físico. Y The Mindy Project, que es de la que más se está hablando en la blogosfera, a ratos me gusta y a ratos no tanto. De momento solo se han emitido cuatro episodios, así que ya hablaré de ella más adelante, cuando tenga del todo clara mi opinión.