lunes, 26 de marzo de 2012

Los giros del cuento

Que Once Upon a Time haya triunfado de la manera que lo ha hecho en la ABC, que ha visto como sus grandes pilares (Perdidos y Mujeres Desesperadas) decaían y estaba de capa caída, ha servido no sólo para revitalizar a la cadena norteamericana, sino para justificar la moda hollywoodiense que ha dejado atrás a zombis y vampiros: los cuentos clásicos. En España, de hecho, ya se estrenó el viernes pasado Mirror, Mirror la primera adaptación de Blancanieves que veremos este año. De lo que la gente no parece darse cuenta es de que Once Upon a Time también gira en torno al cuento de Blancanieves.

No por nada Emma, la protagonista, es la hija de ésta y el Príncipe Encantador, destinada a salvar a los personajes del mundo de los cuentos de la maldición a la que los ha sometido la Reina Malvada (también la del cuento de Blancanieves): se encuentran atrapados en el mundo real. Es la premisa de una serie que ha resultado ser mucho mejor de lo que parecía y que ha estado durante todo el otoño en boca de todos. Por tanto, teniendo en cuenta que la heroína y su némesis son elementos del cuento de los siete enanitos, no debería extrañar a nadie que Blanca y Encantador y su tira y afloja amoroso acaparen gran parte de la trama.

Otra cosa es que los elementos más interesantes de la historia sean otros: la serie, paralelamente a la trama principal, está consiguiendo entrelazar las historias de todos los personajes de cuento clásicos (entre ellos Pepito Grillo, la Bella y la Bestia, los Siete Enanitos, Caperucita Roja, Rumpelstiltskin, el Sombrerero Loco, el Cazador, el Hada Madrina...) con ingenio. De hecho, quizá lo más interesante de todos los episodios es averiguar qué vuelta de tuerca le dan a la historia original para que encaje en el variopinto mundo de los cuentos y además establezca paralelismos con la historia que se desarrolla en el mundo real (en Storybrooke).

Lo malo de que Mary Margaret (Blancanieves) y David (el príncipe) protagonicen gran parte del metraje es que su relación, que en un principio era simplemente empalagosa, se está volviendo cada vez más insoportable porque los guionistas no saben cómo desarrollarla. Dan bandazos, son bipolares y parecen recién sacados de una serie de adolescentes. Si a esto le sumamos que David, que supuestamente es un príncipe, se ha ido desvelando poco a poco como un personaje más bien despreciable, la relación de estos dos se vuelve más cargante por momentos. A partir de ahí, el espectador tiene que decidir si le compensa ver la serie a pesar de esto.

Rumpelstiltskin, por ejemplo, es un personaje muy interesante y se ha desvelado como un “malo” mucho más efectivo que Regina (la Reina Malvada), que se ha perdido en su propia maldad y cada vez es más plana, desaprovechando bastante las capacidades de Lana Parrilla. Y unas historias están más conseguidas que otras, pero por ejemplo el episodio de Caperucita Roja de hace dos semanas, además de original, tuvo un final muy inesperado. De momento a mí me interesa lo suficiente, y tengo curiosidad por ver qué ocurre cuando los personajes de los cuentos empiecen a darse cuenta de quiénes son, porque la guerra entre el bien y el mal no parece que se vaya a desatar así como así.

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