domingo, 8 de abril de 2012

La intocable nota emocional




















Intocable se ha convertido ya en la película más taquillera de la historia de Francia. Sin ir más lejos, aquí en España la película se ha colocado durante varias semanas en el número uno de venta de entradas, por encima de otras ofertas a priori más comerciales y atractivas, y enfrentándose a algunos estrenos nacionales, como [REC]3 o Extraterrestre, que se han tenido que conformar con unas cifras bastante discretas. El éxito se ha extendido por toda Europa y los Estudios Weinstein ya preparan el remake estadounidense con Colin Firth, un valor seguro.

¿El secreto de su recibimiento? Que es buena. No realista, pero extremadamente buena. Para quien a estas alturas no lo sepa, la película de Oliver Nakache y Eric Toledano narra la relación entre Philipp, un aristócrata tetrapléjico y Driss, un inmigrante recién salido de la cárcel que comienza a trabajar como su cuidador a domicilio. Y si bien podemos ser exigentes y achacarle demasiado idealismo, también hay que ser muy duros para no emocionarse con esta propuesta.

Intocable me daba pereza, pero aquí no hay sensiblería barata, sólo una banda sonora excepcional que potencia las emociones. Es una de las cosas que más me ha gustado: la sutileza con la que trata de conmover. En ningún momento sientes la violación emocional que mana, por ejemplo, de Extremely Loud & Incredibly Close, porque las formas de Intocable son menos invasivas. La historia que cuenta es cruel pero positiva, y los personajes no se regodean en la tragedia, algo en lo que hubiera sido muy fácil caer.

Por eso no entiendo las críticas en ese sentido. Está muy claro que es una película good feeling, y ya en el propio cartel vemos a los protagonistas radiantes de felicidad. Pero, como no me cansaré de criticar, atravesamos una etapa en la que el cine (bien hecho) que ofrece un enfoque optimista de la vida recibe infinidad de críticas injustas. E Intocable está muy bien hecha, porque tiene un guión salpicado de frases ingeniosas, una pareja protagonista con química, unos secundarios carismáticos y una magnífica banda sonora que combina la música clásica con temas compuestos expresamente para el film. Cine para todos los públicos que no insulta la inteligencia del espectador. Además, François Cluzet es un gran actor y Omar Sy tampoco se le queda atrás (de hecho, le arrebató el Cesar a Jean Dujardin).

Por cierto, la película también tiene un par de tramas secundarias bastante simpáticas en las que intervienen el resto de empleados de la casa de Philipp, y me ha gustado mucho el final de una de ellas, que resulta no ser nada predecible a pesar de que emplea una vuelta de tuerca bastante manida. Intocable, en definitiva, ha probado dos cosas: que todo lo que triunfa en taquilla no son bodrios infumables y que los éxitos comerciales se critican por norma.

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