domingo, 27 de mayo de 2012

El lamento de los desvanecidos


Lo reconozco: no le di a The Fades la oportunidad que merecía en su momento, sobre todo porque su existencia paso bastante desapercibida cuando se estrenó allá por septiembre. Sin embargo, este drama adolescente de BBC Three, ya cancelado con tan sólo seis episodios, se acaba de estrenar en España de la mano de Syfy, con una potente campaña promocional que ha hecho que me pique la curiosidad. Y la ficción, que no por nada opta a ganar el BAFTA a la mejor serie dramática del año, ha resultado ser muchísimo más que una propuesta interesante.

La serie se centra en Paul, un adolescente marginado que vive en un hogar disfuncional y que pasa la mayor parte del tiempo con su amigo Mac, un freak de cuidado que se comunica mediante referencias a pelis, cómics o videojuegos. Paul comienza a tener pesadillas que le atormentan sobre el fin del mundo y descubre que puede ver a unas extrañas criaturas llamadas fades (desvanecidos), muertos que no consiguieron ascender al cielo y están atrapados en la tierra sin poder tocar ni ser vistos por nadie. No tarda en conocer a Neil, que le revela que es un Angélico, y que los fades están tratando de rebelarse para volver a la vida, por lo que tienen que detenerlos.

Natalie Dormer, una de las protagonistas, cuando presentó la serie aquí en España, comentaba que lo mejor de ésta era que creaba una mitología totalmente nueva: los fades no son vampiros, ni fantasmas, ni zombies, y el espectador no conoce las reglas del juego, que se le van revelando conforme pasan los primeros episodios. Estoy hasta cierto punto de acuerdo, y diría que no es lo más original que podemos encontrar en The Fades. Al escuchar la premisa, e incluso tras ver los dos primeros episodios, los más flojos, los espectadores pensamos que The Fades será la típica ficción en la que un joven con poderes tiene que compaginar su vida “normal” con la lucha clandestina por salvar el mundo. Y a partir del tercer episodio rompe todos nuestros esquemas mostrando que es algo totalmente diferente.

Pero no sólo merece la pena por lo distinto de su dinámica. Los fades pueden ser en cierto modo un híbrido de otras muchas criaturas clásicas de la literatura, pero están creados con pinceladas de originalidad que le permiten a la serie plantear ciertos dilemas morales e incluir escenas de fuerte carga dramática en mitad de la locura que se desata en la segunda mitad de la serie. Si empieza mezclando con efectividad comedia, terror y toques de realismo, en la recta final los giros se suceden sin perder la credibilidad y los personajes van adquiriendo una ambigüedad moral que hace que The Fades sea todavía más estimulante.

Se dice a menudo que lo más importante en una ficción no son las respuestas que da, sino las preguntas que plantea, y The Fades sirve de ejemplo, puesto que no se limita a entretenernos con ciencia ficción. En vez de eso, explota al máximo sus posibilidades: la figura del fade es mucho más interesante que la del fantasma en cuanto a qué refleja de manera más cruda la agonía y la injusticia que supone la muerte, y solo por eso y por el humor tan retorcido que a veces se gasta es recomendable. Las escenas de terror consiguen dan verdadero miedo y el final, aunque deja un cliffhanger importante, resuelve casi todas las tramas de la temporada.

Actualización: Finalmente, The Fades ha ganado esta tarde el BAFTA a mejor serie dramática, mientras que otras series mucho más populares por estas tierras como Downton Abbey, Sherlock y Doctor Who no han llegado a estar ni nominadas. Esto es una garantía de calidad, pero también un resquicio microscópico de esperanza. A ver si la BBC se plantea “descancelarla”.

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