jueves, 10 de mayo de 2012

Los cambios de Nick y Schmidt

Que Zooey Deschanel nos enamoró a todos en (500) días juntos es un hecho. Su Summer, uno de los personajes más crueles que las comedias románticas en particular y el cine en general han conocido, no sólo le rompió el corazón a Joseph Gordon-Levitt, sino que se hizo un hueco en nuestra cabeza del que ya no ha salido. Aún así, como Deschanel tampoco es una gran estrella del cine, el éxito de New Girl sorprendió un poco en septiembre, pues casi podríamos decir que la sitcom protagonizada por la cantante de She & Him es uno de los pocos estrenos, junto a Once Upon a Time, que ha tenido verdadero éxito.

Y los comienzos titubearon. Fui de los muchos que no dejamos de verla por Zooey, porque los personajes no acababan de tener gracia y ni siquiera estaban bien dibujados. Lo que les pasara a los compañeros de piso de Jess nos importaba más bien poco. Pero en algún momento, sin que apenas nos diésemos cuenta, los engranajes empezaron a girar y alguien se dio cuenta de que no podían basarse sólo en el humor físico (que se les da francamente bien) y en gente gritando. De pronto, los personajes de New Girl comenzaron a tener alma.

Schmidt fue el primero en despegar. Su personaje, por básico que fuera, al menos tenía cierta personalidad, y rápidamente lo convirtieron en algo así como un híbrido entre Barney Stinson y Monica Geller. Su tira y afloja con Cece, además, dejó de ser tan random y empezó a tener algo más de base. Ambos personajes mejoraban cuando compartían escenas y los guionistas no tardaron en darse cuenta de que las tramas de Schmidt debían ir por ese camino. Winston, por su lado, aún sigue dando tumbos sin saber exactamente cuál es su papel. Le reservan algunas de las mejores frases del guión y su función es básicamente la de alivio cómico, pero sigue sin conectar demasiado con la audiencia.

Nick Miller, en cambio, es otra cosa. Que le dotaran de más inseguridades y que tuviese líneas de diálogo que nos mostraban su trasfondo sin ser demasiado obvias hizo que conectáramos con él fácilmente. Pero, además de inseguro y pesimista, Nick es torpe e infantil, y tiene más capas que ningún otro personaje de la serie (que tampoco es decir mucho, no nos engañemos). Me gustaría añadir también que la capacidad de Jake M. Johnson para poner caras de tortuga -a cada cual más rara- bien le podrían valer una nominación al Emmy. Es, desde luego, el secundario más creíble y consistente de la sitcom.

Por todo esto, y porque Jess era genial desde el principio, New Girl ha acabado funcionando muy bien. Últimamente los guionistas parece que están muchísimo más inspirados y los diálogos por fin hacen gracia. Puede que no llegue al nivel de Modern Family, Parks & Recreation o Cougar Town, pero si en su segundo año sigue el camino trazado, no debería sorprendernos que se haga un nombre dentro de un campo tan reñido como es el de la comedia televisiva actual. Si bien no es perfecta, a mí me gusta y me ha parecido uno de los mejores estrenos de la temporada. Nick y Jess tienen madera de Ross y Rachel, y los echaré a todos de menos este verano.