jueves, 27 de septiembre de 2012

La cabaña en Roma

Antes de que Woody Allen estrenase el año pasado la excelente Midnight in Paris, que enamoró al público (y a la crítica) y le valió un Oscar al mejor guión original, se había dedicado a hacer películas menos ambiciosas. Si la cosa funciona, Vicky Cristina Barcelona, Conocerás al hombre de tus sueños o Scoop eran comedias (más o menos románticas) impregnadas del personal estilo del director, que no corrían grandes riesgos pero tampoco suponían un bajón de calidad considerable en relación al resto de su carrera. Eran divertidas y estaban hechas para gustar sobre todo a los fans de Allen. Y, lejos de la grandilocuencia de su viaje por París el año pasado, estaba claro que A Roma con amor iba a ser una comedia más estándar, que no por ello mala. Por eso, los palos que ha recibido me parecen desproporcionados.

La película nos cuenta cuatro historias paralelas que se desarrollan en la ciudad de Roma, y su principal atractivo era que el director se ponía de nuevo delante de las cámaras para interpretar a una nueva versión de sí mismo. Y eso, sea cual sea el nivel de la película, nunca falla: Woody Allen está divertidísimo en A Roma con amor (y por suerte también se le ve bien de salud). Es el humor, de hecho, el punto fuerte de la película, que es intencionadamente surrealista (en el sentido literal de la palabra, no en el que utilizamos a menudo para referirnos a las comedias). Obviamente, se le pueden poner pegas: el mensaje que intenta transmitir la historia de Roberto Begnini es tan sutil como una estampida de elefantes, la mezcla de las historias resulta un poco caótica a ratos y el montaje no está muy bien conseguido porque no todas las historias transcurren en el mismo periodo de tiempo. Sin embargo, el personaje de Ellen Page, por ejemplo, es irritante pero muy real, y demuestra que la genialidad no deja de brotar de la mente del cineasta.

A Roma con amor nos habla de la banalidad de la fama, la importancia de la infidelidad, el pseudo intelectualismo, las ensoñaciones y el miedo a la muerte, y sobre todo gustará a los fans del director, mientras que los que no le tienen en especial estima probablemente acabarán odiándola. A mí me pareció bastante recomendable, de todas formas.

La cabaña del bosque es, a su modo, también una comedia. Se ha podido leer y oír mucho en Internet sobre esta original propuesta de “terror”, de la que es mejor no saber mucho antes de verla. Sinceramente me esperaba una parodia del género al estilo de lo que hicieron Bienvenidos a Zombieland, Attack the Block, o la saga Scream con los zombis, las invasiones extraterrestres o los slashers respectivamente, pero eso solo ocurre durante la primera mitad de la película, que se burla de los topicos de manera descarada (y que también tiene un par de momentos bastante frívolos que me sentaron mal).

Pero lo que ha hecho que se hable tanto de la primera película de Drew Goddard como director (aparte de que Joss Whedon participara en el guión) es que con el paso de los minutos se va volviendo cada vez más excesiva, suiendo el tramo final en un estallido de genialidad que, personalmente superó mis expectativas. Evidentemente no da miedo pese al baño de sangre, pero no podemos criticarla por eso, pues ni siquiera creo que lo pretenda (la forma en que aparecen los títulos de crédito es toda una declaración de intenciones). Se pueden decir muchas cosas de La cabaña del bosque, pero lo que está claro es que no es una película olvidable.

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