miércoles, 23 de enero de 2013

Hasta la vista, Chloe

El año pasado, a última hora de la midseason, la ABC estrenó una comedia en el hueco que dejaba libre Happy Endings para que aprovechara las buenas audiencias de Modern Family. Este espacio, en el que se han emitido otras comedias como Cougar Town, era el que la cadena aprovechaba para emitir sus sitcoms más ácidas y arriesgadas, y Don't Trust the B---- in Apartment 23 no era una excepción. Esta comedia gamberra creada por una ex guionista de American Dad, con tan solo siete episodios, causó cierto revuelo entre los críticos y consiguió hacer unos números de audiencia decentes que le permitieron renovar por una segunda temporada (lo que entonces no sabíamos era que la ABC tenía varios episodios en la recámara que pasarían a formar de esta nueva entrega).

Este año, la cadena se ha dado cuenta de que es mejor colocar tras Modern Family series de corte más familiar que puedan aprovechar mejor el arrastre de la exitosa sitcom, y como consecuencia Happy Endings y la serie que nos ocupa, Don't Trust the B---- in Apartment 23, se quedaban huérfanas de su madrina y abandonadas a su suerte en la noche de los martes, todo un cementerio en la programación de ABC en el que hace años que no funciona nada. Como era de esperar, estas dos sitcoms no han levantado cabeza desde que volvieron el otoño pasado, y la reacción de la cadena pasó por doblar su emisión semanal, alterar el orden de los episodios y cargarse la continuidad de la serie hasta llegar, en el caso de Apartment 23, a la cancelación. Krysten Ritter y James Van Der Beek anunciaban ayer en sus cuentas de Twitter, pocas horas después de que supiéramos que la ABC la había retirado de la parrilla, que la joven sitcom estaba oficialmente cancelada. Por lo que sabemos, hay ocho episodios grabados que se quedan sin emitir hasta nuevo aviso.

Y la cancelación da pena porque Apartment 23 estaba francamente bien. El poco tiempo que ha durado probablemente no la ha convertido en la comedia favorita de nadie, pero no eramos pocos los que la disfrutábamos mucho. La serie no hacía apenas ruido en blogs o redes sociales porque desde el principio arrancó a un buen nivel (y ha sabido mantenerse), y las sitcoms no se caracterizan por una trama que dé cientos de giros que haya que comentar. Pero a pesar de todo la echaré de menos porque la velocidad de sus diálogos cargados de chistes, algunos bastante bestias, siempre lograba sacarme unas carcajadas.

La serie nos contaba cómo June (Dreama Walker) se mudaba a Nueva York persiguiendo el trabajo de sus sueños, y a los cinco minutos del primer episodio la empresa que la había contratado quebraba y acababa viviendo con una estafadora. Chloe (Krysten Ritter), la bitch a la que hace referencia el censurado título, es la estrella absoluta de Apartment 23, sobre todo porque en la televisión en abierto no es habitual encontrarnos personajes carentes de escrúpulos que no sean condenados por el guión. La única que juzga duramente a Chloe es June, cuyos principios exageradamente idealistas y obsesivos nos impiden tomarla en serio. Sobre el papel es el ancla moral de la serie, pero en la práctica su falta de cordura y sus histerismos hacen que sea casi tan divertida como su compañera de piso. La relación entre ellas dos está bastante bien conseguida, aunque por culpa del vaivén de episodios de la ABC no nos ha llegado a quedar claro nunca en qué punto exacto de aceptación mutua se encontraban.

Sea como sea, el esquema de los episodios –Chloe se propone alguna locura y June trata de hacerla entrar en razón para finalmente darse cuenta de que su forma de ver la vida es demasiado cerrada y aburrida– no sería nada sin la aportación de James Van Der Beek interpretando a James Van Der Beek. Pocas estrellas son capaces de reconocer que su carrera lleva siglos muerta y parodiarse a sí mismos en una serie en la que ni siquiera son protagonistas (Episodes al fin y al cabo es un vehículo de lucimiento para Matt LeBlanc), pero el protagonista de Dawson Crece tiene tanto sentido del humor que no le ha supuesto ningún problema representarse a sí mismo haciendo el ridículo en Dancing With The Stars o desesperado por que la revista People lo elija el “hombre vivo más sexy” en una sucesión de intentos fracasados por relanzar su carrera.

Apartment 23 apenas tiene 17 episodios (aunque confío en que la ABC emita los que quedan al menos como relleno en verano o fines de semana), pero son episodios que sin duda merecen la pena. No todo en ella era perfecto –la mayoría de los secundarios no valían un duro–, pero estoy seguro de que, de haber tenido más tiempo para desarrollarse, habría llegado a ser una sitcom de referencia. Hasta la vista, Chloe.

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