sábado, 9 de marzo de 2013

Espejos sin acabar

Con su primera temporada ya quedó claro que lo que más le interesa a Charlie Brooker en las historias que cuenta en Black Mirror es dejar una idea flotando en el aire. En las seis historias que nos ha traído hasta ahora se ha esforzado en explicarnos que, bajo su punto de vista, estamos avanzando en una dirección equivocada. Así, casi todos sus episodios tienen un componente repulsivo, bien sea por las formas que emplea o por lo que relata de la naturaleza humana. Y si algo se puede alabar de esta temporada que no tuvo la primera es la constancia, porque a pesar de que hubo muchas voces que se quejaron de la renovación, el nivel no ha bajado.

Si en la primera temporada el segundo episodio suponía un bajón importante (por lo obvio de su planteamiento y su aburrido desarrollo) y el tercero destacaba especialmente, dejando claro que el primero no era para tanto, en esta temporada los tres episodios tienen algo que les hace merecer la pena. Be right back es muy emotivo y logra una conexión con los personajes parecida a The entire history of you; White bear juega con el espectador y destapa sus cartas al final lanzando dos mensajes muy perturbadores; y, por último, The Waldo moment realiza un análisis muy poco sutil de la actualidad política pero más exahustivo de lo que el cine y la televisión nos tienen acostumbrados.

A pesar de todo, las historias de esta antología distan mucho de ser perfectas, sobre todo porque el cierre de los episodios me ha parecido desacertado. En el primer episodio no creo que la decisión de la protagonista sea consecuente con la angustia que sufre antes del epílogo; el segundo adorna sus créditos con una revisión de lo ocurrido desde otro punto de vista que es redundante e innecesaria (sobre todo porque todo se ve venir desde mucho antes) y que la única función que cumple es rellenar otros diez minutos; y el tercero cierra con un futuro distópico que, aunque lanza una última idea muy inquietante, se antoja anticlimático al compararlo con el resto.

De todas formas, y como ya he comentado más arriba, lo importante en Black Mirror es el fondo y no las formas, así que sus episodios pueden valorarse muy positivamente pese a que el final de los mismos no sea perfecto. Suelo estar muy de acuerdo con lo que Charlie Brooker me cuenta, y este año especialmente con el mensaje principal de White bear, del que Cristina Garde habló muy bien hace unas semanas en su blog, así que por mí parte recibiré con los brazos abiertos otra tanda de antologías.

Por cierto, el fin de semana pasado en Twitter hubo una especie de “discusión” sobre cómo ordenaríamos los episodios de Black Mirror en base a nuestras preferencias. Personalmente, mi lista quedaría así, aunque todos me han gustado mucho:

The entire history of you (1.03) > White bear (2.02) > Be right back (2.01) > 15 millions of merits (1.02) > The Waldo moment (2.03) > The national anthem (1.01)

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