sábado, 2 de noviembre de 2013

Comedias que sobreviven

Modern Family es la comedia que toda cadena querría tener. No sólo cosecha cada semana unas audiencias bestiales, sino que además no para de recoger premios año tras año. Por eso, desde que se estrenó (y hace ya cuatro años) las networks americanas han tratado por todos los medios de emular su fórmula, casi nunca con éxito. El público no parece demandar más comedias familiares fuera del bloque de los miércoles de la ABC (donde también está la discreta pero eficiente The Middle), y mientras series como Raising Hope luchan desesperadamente por sobrevivir, los éxitos que han venido después (New Girl, 2 Broke Girls, etc) no han sido sitcoms de corte familiar.

Sin embargo, no se ha notado nunca tanto como este año (al comprobar que el éxito de los Dunphy es perenne) la desesperación por imitarla. La programación se ha llenado de familias disfuncionales: además de la ya cancelada Welcome To The Family, sobre dos familias de mundos distintos unidas por un embarazo adolescente (los chistes eran tan originales como su premisa), en la noche de la NBC han aparecido Sean Saves The World, una comedia multicámara al estilo de los noventa en la que un homosexual divorciado debe hacerse cargo de su hija de 15 años, y The Michael J. Fox Show, que a pesar de estar centrada en un alter ego del carismático actor y hacer chistes sobre su Parkinson no deja de ser una sitcom familiar muy clásica. CBS y Fox han estrenado, respectivamente, Mom y Dads, que con olor a rancio se centran en la relación de hijos adultos con sus progenitores. En la propia ABC hemos podido ver The Goldbergs, que está ambientada en los 80 y por momentos parece estar también rodada en aquella época, y la casposa Back In The Game, en la que una madre soltera tiene que volver a vivir con su padre y acaba entrenando al equipo de béisbol de su hijo. Nada destacable en medio de esta avalancha. O nada si no fuera por Trophy Wife.


Trophy Wife fue muy mal recibida por la crítica gracias a un piloto que no acababa de hacer clic. La mayoría de bromas no funcionaban y se notaba que no es que los guionistas quisieran solamente presentar a los personajes, sino que intentaban ser graciosos y no les acababa de salir bien. Sin embargo, no es la primera vez que esto pasa en una comedia: yo no me reí con el piloto de Parks and Recreation y tampoco con el de Cougar Town (aunque lo intentaban) y a estas alturas son imprescindibles. Pasado esto por alto, Trophy Wife tenía dos virtudes: 1) está bien rodada, y es de las pocas novatas que parece de este siglo; 2) tiene un reparto con química capitaneado por Malin Ackerman, que está muy simpática, y con Bradley Whitford, Michaela Watkins y Marcia Gay Harden como secundarios de lujo.


Y, como los episodios se dejan ver, conforme avanza (ha emitido seis hasta la fecha) se le van viendo otras virtudes. Trophy Wife se centra en cómo una chica joven se casa con un hombre bastante mayor que ella y acaba teniendo que lidiar con tres hijastros y dos ex mujeres, y se agradece que sepan hacer comedia sin que ninguna de ellas sea odiosa. Las interacciones entre el reparto son muy naturales, y en su corta trayectoria ya ha dejado dos o tres escenas desternillantes, casi todas gracias a Diane (Gay Harden), la primera mujer de Pete, que de tan obsesiva y manipuladora sobrepasa a Bree Van de Kamp y roza la sociopatía. La forma que tiene de castigar a sus hijos o de conseguir que su ex marido haga lo que quiera brilla en una comedia que aún dista de ser perfecta pero cumple.



La otra sorpresa (no tan sorprendente) de la temporada viene de la mano de los creadores de Parks and Recreation. Tenía ganas de ver una comedia ambientada en una comisaría, y que encima tuviera a Michael Schur y Daniel J. Goor detrás de las cámaras convertía automáticamente a Brooklyn Nine-Nine en mi estreno más esperado de la temporada, aunque con cierta cautela viendo lo que Parks tardó en despegar. No me ha decepcionado, pues desde el piloto me hizo gracia, y aunque tiene algunos personajes que siguen el mismo arquetipo que otros de la serie de Leslie Knope, la mayoría son originales, empezando por el protagonista.

Andy Samberg, que de momento no satura pero puede que pronto lo haga, interpreta Jake Peralta, un detective eficaz en su trabajo pero con un comportamiento infantil en la oficina y un alto nivel de egocentrismo. Ni es torpe y altruísta como Leslie ni un incompetente como Michael Scott (es inevitable comparar Brooklyn 99 con The Office también). Sin embargo, si estos dos acababan siendo entrañables a pesar de sus defectos, puede que Peralta no logre esa conexión con el espectador y a largo plazo sea un problema. Mientras tanto, la robaescenas de la serie es Gina (interpretada por Chelsea Peretti, guionista de grandes episodios de Parks), una peculiar secretaria metomentodo, loca y a ratos bastante cruel que no tendrá placa pero puede ser mucho más badass que los mismos policías.


Así que, a fin de cuentas, ni tan mala ha sido la cosecha. Ninguna de estas dos comedias está haciendo audiencias demasiado buenas pero al menos las dos han recibido ya encargo de temporada completa. Eso sí, el año pasado por estas fechas destaqué Go On y Ben and Kate como las dos mejores comedias de estreno y a la vista está como acabaron. Esperemos que la situación no se repita.

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